¿Qué dice la Nueva Era sobre el mundo?



El paso del modelo mecanicista de la física clásica al « holístico » de la moderna física atómica y subatómica, basado en la concepción de la materia como ondas o quantos de energía en lugar de partículas, es central para el pensamiento de la Nueva Era. El universo es un océano de energía que constituye un todo único o entramado de vínculos.
La energía que anima al organismo único del universo es el « espíritu ». No hay alteridad entre Dios y el mundo. El mundo mismo es divino y está sometido a un proceso evolutivo que lleva de la materia inerte a una « conciencia superior y perfecta ». El mundo es increado, eterno y autosuficiente. El futuro del mundo se basa en un dinamismo interno, necesariamente positivo, que conduce a la unidad reconciliada (divina) de todo cuanto existe. Dios y mundo, alma y cuerpo, inteligencia y sentimiento, cielo y tierra son una única e inmensa vibración de energía.

El libro de James Lovelock sobre la hipótesis Gaia afirma que « todo el ámbito de la materia viva de la tierra, desde las ballenas hasta los virus y desde los robles hasta las algas, podría considerarse como una única entidad viviente, capaz de manipular la atmósfera de la tierra para adaptarla a sus necesidades generales y dotada de facultades y poderes que superan con mucho los de sus partes constitutivas »[38]. Para algunos, la hipótesis Gaia es « una extraña síntesis de individualismo y colectivismo. Parece como si la Nueva Era, tras haber arrancado a las personas de la política fragmentaria, estuviera deseando arrojarlas a la gran marmita de la mente global ». El cerebro global necesita instituciones con las cuales gobernar, en otras palabras, un gobierno mundial. « Para afrontar los problemas de hoy día, la Nueva Era sueña con una aristocracia espiritual al estilo de la República de Platón, dirigida por sociedades secretas... » [39]. Acaso sea un modo exagerado de plantear la cuestión, pero hay numerosas pruebas de que el elitismo gnóstico y el gobierno global coinciden en muchos temas de la política internacional.

Todo cuanto hay en el universo esta interrelacionado. En efecto, cada parte es en sí misma una imagen de la totalidad. El todo está en cada cosa y cada cosa en el todo. En la « gran cadena del ser », todos los seres están íntimamente vinculados y forman una sola familia con diferentes grados de evolución. Toda persona humana es un holograma, una imagen de la creación entera, en la cual cada cosa vibra con su propia frecuencia. Cada ser humano es una neurona del sistema nervioso central y todas las entidades individuales se hallan en relación de complementariedad unas con otras. En realidad, hay una complementariedad o androginia interna en toda la creación [40].

Uno de los temas recurrentes en los escritos y en el pensamiento de la Nueva Era es el « nuevo paradigma » que ha puesto de manifiesto la ciencia contemporánea. « La ciencia nos ha permitido una visión de la totalidad y de los sistemas, nos ha dado estímulo y transformación. Estamos aprendiendo a comprender las tendencias, a reconocer los signos iniciales de un paradigma más prometedor. Creamos panoramas alternativos del futuro. Comunicamos los fallos de los viejos sistemas y forzamos nuevos contextos para resolver problemas en todas las áreas » [41]. Hasta aquí, el « cambio de paradigma » es un cambio radical de perspectiva, pero nada más. La cuestión es saber si pensamiento y cambio real serán proporcionados y si puede demostrarse la eficacia que tendría una transformación interior sobre el mundo exterior. Es obligado preguntarse, aun sin expresar un juicio negativo, hasta qué punto puede considerarse científico un proceso mental que incluye afirmaciones como ésta: « La guerra es inconcebible en una sociedad de personas autónomas que han descubierto la interconexión de toda la humanidad, que no temen ideas extrañas ni culturas extranjeras, que saben que todas las revoluciones comienzan en el interior y que no se puede imponer el propio tipo de iluminación a nadie » [42]. No es lógico deducir que, puesto que algo es inconcebible, no podrá suceder. Este es el tipo de razonamiento típicamente gnóstico, en el sentido de que confiere demasiado peso al conocimiento y a la conciencia. Y esto no significa negar el papel fundamental y crucial del desarrollo de la conciencia en los descubrimientos científicos y en el proceso creativo, sino sencillamente alertar contra la posibilidad de imponer sobre la realidad exterior lo que hasta el momento sólo está en la mente.

"Jesucristo, portador del Agua Viva"

NOTAS

(Conservamos la numeración del documento original):

38. Citado en The True and the False New Age. Introductory Ecumenical Notes, de la Comunidad Maranatha, Manchester (Maranatha) 1933, 8.10; no se especifica la numeración original de las páginas.
39. Michel Lacroix, L'Ideologia della New Age, Milán (il Saggiatore) 1998, pp. 84ss.
40. Cf. el apartado sobre las ideas de David Spangleren Actualité des religions n. 8, septembre 1999, p. 43.
41. M. Ferguson, op.cit., p. 407.
42. Ibid., p. 411.

Entradas más populares de este blog

¿Tatuajes? ¡Dios nos agarre confesados!

Jesús y Pésaj

Problemas con la creencia en la reencarnación