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¿La fe y la ciencia se contradicen?

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Entre la Ciencia y la Fe Fernando Pascual, L.C. Cada época humana, cada cultura, acepta una serie de ideas como verdaderas. Desde ellas los hombres y las mujeres piensan y deciden en los mil asuntos de la vida concreta. Algo propio de nuestra época es considerar lo «científico» como una especie de verdad absoluta. Los investigadores llegan a ser vistos como «oráculos» que determinan la naturaleza de las cosas, lo que es bueno y lo que es malo, lo pasado y lo futuro. No faltan quienes tachan de enemigos del progreso y de fundamentalistas a quienes pongan en duda las afirmaciones que ofrecen los hombres de ciencia. En realidad, quienes conocen el mundo de los laboratorios saben que no todo está claro, y que muchas afirmaciones y leyes aceptadas como «absolutas» no son más que etapas provisionales de un camino entre tinieblas. Pero hay muchas personas que no conocen la provisionalidad propia del método científico. Acogen, entonces, lo presentado como científico como absolutamente verdader

¿En qué se parece un ateo y un creyente?

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"Nadie puede sustraerse totalmente a la duda o a la fe. Para uno la fe estará presente a pesar de la duda, para el otro mediante la duda o en forma de duda." J. Ratzinger Introducción al cristianismo Hay sólo dos tipos de personas a las que les preocupa el problema de D-os: al no creyente y al creyente. El no creyente se preocupa por encontrar argumentos que nieguen la existencia de D-os, el problema de D-os, muchas veces, es su problema fundamental: tiene que apuntalar todo el tiempo, a nivel teórico y práctico su ateísmo y su tentación es creer, su tentación es la fe (¿y si es verdad la fe?). El creyente por otra parte vive para servir mejor a D-os y su problema fundamental es el cómo hacerlo, por lo tanto, su tentación es no creer, su tentación es la incredulidad (¿y si no es verdad la fe?). Para ambos tipos de personas, ceder a la tentación que se les presenta haría derrumbarse su cosmovisión, el fundamento de su vida. La vida del creyente no es una vida en la que se afir