¿En qué se parece un ateo y un creyente?


"Nadie puede sustraerse totalmente a la duda o a la fe. Para uno la fe estará presente a pesar de la duda, para el otro mediante la duda o en forma de duda."

J. Ratzinger
Introducción al cristianismo

Hay sólo dos tipos de personas a las que les preocupa el problema de D-os: al no creyente y al creyente. El no creyente se preocupa por encontrar argumentos que nieguen la existencia de D-os, el problema de D-os, muchas veces, es su problema fundamental: tiene que apuntalar todo el tiempo, a nivel teórico y práctico su ateísmo y su tentación es creer, su tentación es la fe (¿y si es verdad la fe?). El creyente por otra parte vive para servir mejor a D-os y su problema fundamental es el cómo hacerlo, por lo tanto, su tentación es no creer, su tentación es la incredulidad (¿y si no es verdad la fe?). Para ambos tipos de personas, ceder a la tentación que se les presenta haría derrumbarse su cosmovisión, el fundamento de su vida.

La vida del creyente no es una vida en la que se afirman tranquilamente cosas irracionales sin pensarlas, siempre hay espacio para la duda: ¿cómo seguir afirmando una realidad que no veo, no escucho, no palpo y por definición no puedo poseer? Aquí entra en juego la libertad del hombre: el creyente no cuenta con una evidencia aplastante con la que ya no sería libre de dudar -por la fuerza de la misma evidencia- y sin embargo libremente acepta creer.

No debemos ser ingenuos y pensar que la vida del no creyente o del escéptico es una vida tranquila en la que simplemente se niega la fe, el verdadero escéptico (si lo es hasta sus últimas consecuencias) lo es también respecto de su propio escepticismo. Por eso siempre queda espacio para la duda y para la angustia que más o menos pueda experimentar el escéptico o el ateo, según se tomen en serio la duda.

Resulta más o menos cómodo comportarme como si sólo existiera el nivel 1(de los objetos). Es un poco más sencillo ser “esclavo de la evidencia”, es decir, dejarse llevar por lo que veo, oigo y palpo o, aunque no lo entienda bien, por lo que dicen los “científicos”. Frente a una ecuación matemática no existe la libertad de elegir: yo no puedo elegir que la ecuación de la circunferencia sea en realidad una línea recta por que no estoy de buen humor. La evidencia no necesita la libertad.

Comentarios

  1. No estoy de acuerdo con la afirmación generalizada y tajante acerca de que el no creyente se preocupa por encontrar argumentos que nieguen la existencia de Dios y de que el problema de Dios, muchas veces, es su problema fundamental pues tiene que apuntalar todo el tiempo, a nivel teórico y práctico su ateísmo y su tentación es creer.
    Creo que la verdadera tolerancia comienza con dejar de etiquetarlo todo porque el ser humano piensa de muy diversas maneras y reaccióna de diferentes modos frente a la realidad. Cuando se piensa en que un ser superior, perfecto, infalible y compasivo pudo haber creado a los hombres para después verlos sufrir tanto en todo momento sin hacer nada al respecto simplemente deja de resultar interesante encontrar si existe o no ese ser supremo que te ha dejado a tu suerte.
    Otra cosa que valdría la pena observar de manera objetiva es que muchas personas que se dicen ateos llevan vidas honradas y hacen el bien a sus semejantes mientras que por otra parte, algunos otros que se dicen religiosos y rezan y cumplen con ritos, no pierden ocasión de lastimar al projimo.

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  2. Sin lugar a dudas la idea de Giussani de que "Dios no se impone", viene como anillo al dedo al concepto que de la religión se tiene en la actualidad: o es un Dios temible o muy light, que permite acercarse a El cuando al individuo le convenga. Dios en su infinita grandeza da la libertad de "ser" y de "creer". El fanatismo y la indiferencia son una de las causas que provocan el desasosiego.

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