¡Pasión por la unidad!


EL PAPA Y LOS EVANGÉLICOS. El 23 de junio de 2014 varios líderes evangélicos estuvieron con el Papa Francisco. Keneth Copeland (a quien el Papa le grabó un saludo en video), John Arnott (del famoso avivamiento de Toronto) y James Robinson (quien dirige un notable ministerio que combina evangelización y ayuda humanitaria) estuvieron en el grupo con el que el Santo Padre almorzó. Ya antes había recibido a Nicky Gumbel (pionero de Alpha). 


Como ya escribí en otra ocasión, tal parece que al Papa Francisco le agrada este "otro ecumenismo": El Ecumenismo del Amor -como lo llama el P. Alberto Ibañez- el del amor y la cordialidad y lo practica más con los cristianos evangélicos y carismáticos, no tanto con cristianos de las iglesias históricas. 

Les dejo estos párrafos donde se muestra la esencia de ese ecumenismo que el Papa Francisco practicaba ya desde que era Arzobispo de Buenos Aires, están tomados del libro Pastoral de nuestra irradiación (p. 99. 100. 102) de la Comunidad Convivencia con Dios:

«Hay millones de cristianos que viven con buena conciencia en sus respectivas denominaciones y que anhelan un nuevo Pentecostés.
Son -de verás- “ardientes de espíritu”, como quiere San Pablo (Rm 12,11) y como era Apolo, aun antes de ser cristiano, en cuanto simple seguidor de Juan Bautista (Hech 18,25).

Entre ellos se ora por una nueva efusión del Espíritu y se dan notables pasos hacia el amor y la unidad. En los primeros tiempos de la Renovación Carismática católica, los pentecostales se portaron muy bien con nosotros, tanto en la Argentina como en muchos otros países. 
En el capítulo 4 de la carta a los Efesios encontramos un programa en tres etapas:
  • Ecumenismo espiritual (1-3): unidad de espíritu, amor, humildad y paciencia.
  • Ecumenismo doctrinal (4-10): unidad de fe, en un Espíritu, un Señor, un Dios y Padre de todos.
  • Ecumenismo estructural (11-16): unidad de organización, por medio de las junturas del Cuerpo. 
Lo que aquí estamos proponiendo se mueve en el ecumenismo espiritual: “la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”.
Hemos ido aprendiendo y ellos también han ido aprendiendo de nosotros. El Espíritu Santo ha ido trabajando a dos puntas. Está haciendo un esfuerzo para acercarnos.
Qué bueno tener una actitud así con nuestros hermanos no católicos, anhelando encontrar puntos de unidad.

Esto a nivel de los grandes teólogos se hace en las comisiones oficiales de diálogo de católicos con cada una de esas confesiones. Se han ido dando distintos avances, pero si solo quedan en el nivel de unos cuantos cerebros, pasaría lo mismo que en el segundo Concilio de Lyón y el de Florencia: junto con obispos ortodoxos se estudiaron temas de unidad y se firmaron cosas, pero el pueblo siguió con su oposición.
Esa enemistad metida en nuestra sangre, hace imposible que tales encuentros de teólogos lleguen a producir todo su efecto. Se necesita cultivar en el pueblo el anhelo de unidad, porque cuanto nos une es más importante que cuanto nos separa.

A la luz del Ecumenismo del Amor, en todo momento nos toca, no el afán de denunciar los abusos o polemizar contra los errores, sino encarnar en nuestra conducta el amor y la misericordia del Padre Celestial, restañar las heridas de las relaciones eclesiales y aguantar con la mansedumbre del Cordero Inmolado la agresividad de algún católico que nos reproche no acompañarlo en combatir a quienes él combate, aunque comprendamos y defendamos con exquisita sensibilidad los valores religiosos, humanos o ecológicos que él justamente practica.

También nos toca cultivar la “pastoral de ambientes”: que se note un “clima” espiritual allí donde muchos de nosotros estamos presentes.»

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