Ni escéptico ni crédulo

"Lo que hace falta, naturalmente, es saber en qué o en quién confiamos. Ya el autor del Eclesiástico advertía: «El que pronto se confía no tiene juicio» (Sir 19, 4). No debemos creer cualquier cosa ni a cualquier persona, porque eso ya no sería fe, sino credulidad. Debemos huir pues de dos extremos viciosos: el extremo de aceptar sólo lo que podemos verificar empíricamente o demostrar racionalmente, porque entonces la vida dejaría de ser humana, y el extremo de creer todo, porque el crédulo tiene el grave peligro de vivir permanentemente en la ilusión y en la mentira. La fe se sitúa entre esos dos extremos. No consiste en creer todo, sino únicamente lo que es creíble." Luis González Carvajal. La fe, ese tesoro en vasijas de barro. Sal Terrae. Santander , p. 22.